“Siento
placer en provocar a mis adversarios el pavor y disturbio para ver su
reacción”, “El ganar notoriedad más vale que ser un hombre desconocido.”,
escribió el presidente estadounidense Donald Trump en un libro publicado en
nombre suyo.
Su
vocación anómala se reveló concentradamente en la política hacia la República
Popular Democrática de Corea.
En
la ONU y en otras ocasiones oficiales e incluso en Twitter personal espetó un
sinfín de expresiones violentas como “fuego y cólera”, “destrucción total del
Norte”, “listo para una guerra” y “único método”, considerando una guerra
nuclear contra la RPD de Corea como hecho consumado.
Envió
muchos recursos estratégicos nucleares incluidos los portaaviones nucleares a Corea
del Sur y sus aguas y las escuadras de los bombarderos estratégicos “B-1B” al
espacio aéreo del Mar Este de Corea, haciendo extremadamente tensa la
situación. Además, en diciembre realizó los ejercicios aéreos conjuntos de
envergadura sin precedentes junto con Corea del Sur.
Fabricó
sucesivamente las “resoluciones sobre las restricciones de superdureza que
estrangulan por completo la vía respiratoria de Corea del Norte” y ha
chantajeado a países grandes y pequeños para perpetrar el bloqueo político y económico
inaudito en la historia contra la RPD de Corea.
Pero,
no pudo asustarla ni echarla a pique.
El
presidente del comité de relaciones exteriores de la cámara alta y otros
personajes de alto rango del círculo político estadounidense y las autoridades
anteriores dijeron que Trump hacía tensas innecesariamente las relaciones con
Norcorea y que debía dejar de aplicarle insensato chantaje y retirar la mano
del problema coreano.
Trump,
aunque en su vejez extraordinariamente se puso el casco del presidente, en el
plano político es el inmaduro y el principiante y aún debe aprender mucho.
En
este sentido es aconsejable que él rememore las lecciones que le enseñó a
Johnson el incidente del barco Pueblo,
que 50 años antes agitó tanto al mundo. Bien entrada la noche del 23 de enero
de 1968, ex presidente Johnson, en pijama, informado de la captura de su barco
espía armado Pueblo por parte de la
fuerza naval del Ejército Popular de Corea, pensó que la “demostración de la
fuerza” era la única manera de “doblegar” a la RPD de Corea. Ordenó enviar
urgentemente a las aguas de la Península Coreana gran cantidad de fuerzas
armadas incluido el portaaviones de propulsión nuclear Enterprise.
Tuvo
en estado de espera colosales fuerzas armadas y amenazó que como la supuesta “medida
de desquite” atacaría, si era necesario, al puerto Wonsan y a los objetos
estratégicos de Corea del Norte.
Frente
a esto, Corea declaró rotundamente que a la “represalia” respondería con la
represalia y a la guerra total con la guerra total. De inmediato entró en el
estado de guerra y estrenó su misil tierra-aire que hasta entonces Estados
Unidos no conocía y realizó una serie de demostración del poderío.
Atemorizado
ante sus inclementes y drásticas contramedidas, Johnson renunció a la
demostración de la “fuerza” y a dos semanas de que había ordenado el “desquite
militar” retiró sigilosamente sus fuerzas armadas de Corea del Sur y su
contorno.
Trump,
a fin de “doblegar” con la “fuerza” a la RPD de Corea, tiene emplazada gran
cantidad de fuerzas armadas en las aguas de la Península Coreana y realiza
simulacros de varios títulos, pero debe conocer que eso es método que Johnson
aplicó cuanto quería y no tiene ninguna validez para la RPD de Corea.
Otra
lección de Johnson de la que Trump debe aprender es que en la RPD de Corea las
intervenciones o la presión de las potencias no tienen ningún efecto.
Johnson,
recurriendo a la “fuerza”, instigó a la potencia que consideraba capaz de
influenciar en la RPD de Corea a que ejerciera presión sobre su Dirección. Lo aceptó
la dirección de la desaparecida Unión Soviética y “aconsejó” a la RPD de Corea
que la tenencia del Pueblo le
causaría los daños y lo devolviera.
Sin
embargo, la RPD de Corea mantuvo la firme posición de que antes de que el
gobierno estadounidense presentara la carta de disculpa no devolvería a los
tripulantes del Pueblo y aun cuando
él lo hiciera, no devolvería nunca el barco porque era su trofeo.
Ahora
Trump incita a las potencias vecinas de Corea del Norte a que ejerzan presión e
intervención en la RPD de Corea, pero este país, haciendo caso omiso de ello,
mantiene constantemente su credo.
Cuando
acaeció el incidente del Pueblo, la
RPD de Corea era país no nuclear. Pero hoy es potencia nuclear mundial que
posee incluso la bomba de hidrógeno y ICBM, para no hablar de la bomba atómica.
Trump,
si quiere hacer frente a todo trance a este país, se deberá preparar para
sufrir más desastre que Johnson. En otras palabras, debe conocer claramente
que, aunque en el tiempo de Johnson el gobierno estadounidense presentó la
carta de disculpa ante la RPD de Corea, no se quedaría ni un estadounidense
siquiera que selle en la carta de capitulación al gobierno de la RPD de Corea.